sábado, 8 de septiembre de 2012

¿Por qué ofrendamos y diezmamos al Señor?
Pastor Carlos Varas W.
Primera Iglesia Bautista de Rafaela, Santa Fe, Argentina.

El diezmo es la práctica que tomó el pueblo de Dios de apartar o devolver a Dios un porcentaje de sus ingresos o ganancias, con las cuales Dios les había bendecido. Fue algo que surgió al comprender el inmenso amor que El tenía por sus hijos y nuestra necesidad de fortalecer nuestro vínculo con El. Abraham es el primero en hacerlo (Gén 14.20).
Actualmente, en el tiempo de la gracia de Dios (substancialmente diferente al tiempo de la ley), no es una obligación como lo fue en el Antiguo Testamento para los judíos ( 2 Corintios 9.6-7), muy por el contrario, es un privilegio (2 Corintios 8.3-5), es un acto de adoración, por ello, se usa más la palabra ofrenda , la cual nos habla de su razón de ser. Al ofrendar, aprendemos a sembrar y participar en la extensión del Reino de Dios.
Los diezmos y las ofrendas, además, son el canal que tenemos los hijos de Dios para manifestar lo siguiente:
1. Nuestra gratitud a Dios (Hechos 20.35; 2 Corintios 9.8-12).
2. Nuestro reconocimiento de su Señorio sobre nuestras vidas (Luc 17.10).
3. Nuestro deseo de alcanzar el propósito que Dios le dio a cada discípulo en la gran comisión (Mateo 28.19-20; Fil 4.9).
4. Nuestro reconocimiento de que somos sus hijos porque El ofrendó su vida por nosotros, por tal razón cada ofrendante recuerda la entrega de Cristo.
5. Nuestra fidelidad a sus mandamientos (Malaquías 3.10).
6. A través de la ofrenda y el diezmo expresamos nuestro deseo de depender de Dios, a la vez que contribuimos a la extensión del Reino de Dios, confiando que aquello que damos a Dios no faltará (Luc 21.1-4).
7. Es comprender que podemos cultivar nuestra vida espiritual (Fil 4.17).
8. Las ofrendas nos recuerdan la necesidad que tenemos de desarrollar al vida en comunión entre hermanos en Cristo (2 Cor 9.12-15)
Bajo la gracia de Dios, las ofrendas traen bendición, tanto al que da, como al que recibe. Dar los diezmos u ofrendas al Señor no es un fín en sí mismo ( Mateo 23.23), sino un medio para comprender que somos mayordomos de Dios.
El diezmo no es:
* Una exigencia legal, como lo practicaban los fariseos (Mateo 5.20).
* Una manera de obtener prestigio (doy más, soy más importante).
* Un negocio, le doy a Dios, y El me da más bendiciones.
* Un reemplazante de mis dones y talentos (contribuir solo con lo económico). Dios nos quiere a nosotros, el desarrollo de Su Reino, nuestros talentos (habilidades), de nuestro tiempo, de nuestras oraciones y de nuestra vida.
* Solo para los que más tienen. La viuda pobre fue alabada por Jesús (Luc 21.1-4).
El diezmo sí es:
El diez por ciento de nuestros ingresos, como una referencia simbólica, el comienzo, el punto de partida para la contribución de cada hijo de Dios. No está limitado por el porcentaje o cantidad, sino por comprensión de la soberanía de Dios. Es una gracia que el apóstol Pablo llama generosidad ( 2 Cor 8.1-2).
Para muchos, el diezmo es el termómetro del nivel espiritual, de la entrega de cada vida al Señorio de Cristo en su vida. No toda ofrenda indica espiritualidad, pero toda espiritualidad resulta en liberalidad de las ofrendas y diezmos.
¿En qué se utilizan las ofrendas y diezmos?
Cada congregación tiene sus propios gastos y presupuestos, pero usualmente, hay salida por: equipos e instrumentos, material para la Escuela Bíblica, Folletos, hojas de discipulado, actividades especiales (día del niño, navidad, campañas), transporte, apoyo a la obras misioneras, otras iglesias, sostén pastoral, mantenimiento y mejoras de la Casa de Dios, seguros, compra de bienes de uso, limpieza y extensión de la obra (campañas, actividades especiales, etc.).
¿Quiénes pueden participar en este privilegio dado al pueblo de Dios?
Toda persona que ha tenido un genuino encuentro con Dios, y la gratitud y la luz de Dios le permite comprender que está llamado a ser un instrumento en la extensión del Reino de Dios.
¿Qué debe hacer la persona que quiere diezmar u ofrendar a Dios?
Primero, hablar con Dios, compartir con El este deseo y pedir su bendición sobre nuestro deseo de crecer y ser intrumendo de bendición para la extensión de Su Reino.
En segundo lugar, hablar con en su hogar con su cónyuge, ponerse de acuerdo sobre éste tema.
Luego, hablar con los responsables de las finanzas de la iglesia o pastor, expresando su intención de ser un buen mayordomo de Dios. Por último, aprender y poner en práctica este principio cristiano.
APOLOGÍA BÍBLICA
¿Qué son los libros Apócrifos y por qué la Biblia Católica los tiene y la Protestante no?

Por Pablo Santomauro
Los Libros Apócrifos, del griego apokrufos, que significa oculto o escondido, son 15 libros cuya autoridad y autenticidad son dudosas. La iglesia católica decidió que debían incluírse en la Biblia tiempo después que ocurrió la Reforma Protestante.
Martín Lutero criticó acertadamente a los católicos por no tener respaldo escritural para apoyar doctrinas tales con la oración por los muertos. Debido a esto la iglesia católica canonizó los libros apócrifos. El libro de 2 Macabeos ofrece apoyo a la doctrina, y he aquí, ¡sorpresa!, de pronto ya tuvieron apoyo escritural para ésta y otras doctrinas.
Curiosamente, si bien incluyeron en su Biblia el libro de 2da. de Macabeos que apoya la oración por los muertos, al mismo tiempo decidieron dejar afuera otro libro apócrifo, 2da. Esdras (llamado 4 Esdras por los católicos) que habla precisamente contra la doctrina de oración por los muertos. 2 Esdras 7:105 dice, hablando del día de la muerte: "nadie debe jamás orar por otro en ese día". ¡Con razón no fue incluído este libro en la Biblia Católica!.
El Catolicismo Romano argumenta que la Septuaginta -- la traducción al griego del Antiguo Testamento. --- contiene los libros Apócrifos. En realidad no hay certidumbre de que el Antiguo Testamento Griego del siglo primero, llamado Septuaginta, contuviera los libros apócrifos. Los manuscritos griegos más antiguos que se encontraron y que contienen los libros apócrifos datan del cuarto siglo después de Cristo.
Los católicos también argumentan que algunos padres de la Iglesia tal como Irineo, Tertuliano y Clemente de Alejandría usaron estos libros en sus servicios de adoración, y los aceptaron como Escritura. San Agustín también, dicen los católicos, consideró estos libros como si fueran inspirados.
Los protestantes responden que si bien algunos de los libros apócrifos son citados en el Nuevo Testamento, ninguno de los autores del Nuevo Testamento citó de ellos como si fueran Escritura Sagrada o les otorgó autoridad como si fueran inspirados. Jesús y sus discípulos virtualmente ignoraron estos libros, algo muy significativo si en realidad fueron inspirados por Dios.
Aun más, si bien algunos padres de la Iglesia hablaron como aprobando los libros apócrifos, hubo otros como Jerome y Origen, que negaron su inspiración -- Jerome fue el traductor oficial católico romano de la versión bíblica que se conoce con el nombre de Vulgata Latina. Jerome no incluyó los libros apócrifos indicando así su rechazo. San Agustín, en sus primeros años reconoció la Apócrifa, pero ya en su edad madura la rechazó. Consideró esos libros fuera del canon y como inferior a las Escrituras Judías.
Es notable además, el hecho de que las notas de la Biblia Católico Romana (NAB) admiten que la Apócrifa contiene "libros religiosos usados por judíos y cristianos que no estaban incluídos en la colección de escritos inspirados". Estos "fueron introducidos mas bien tarde en la colección de la Biblia. Los católicos les llaman ‘deuterocanónicos’ (lo que significa "segundo canon" (Saint Joseph Edition of the New American Bible, p. 413).
Además de esto, el Concilio Judío de Jamnia, en el año 90 DC, rechazó la Apócrifa. Cuando combinamos todas estas cosas con el hecho de que existen serios errores históricos en esos libros, junto con doctrinas antibíblicas tales como la oración por los muertos, y que además que ninguno de estos libros apócrifos reclama en sí mismo ser de inspiración divina, es claro que estos libros no pertenecen a la Biblia.
Tres preguntas sobre el más allá
por Pablo Santomauro


1) ¿No enseña 1 Tesalonicenses 4:13-18 que los muertos duermen hasta que Dios los despierte en el día final?


Respuesta:


Muchos enseñan, entre ellos cristianos y sectarios, que los hombres, justos e injustos por igual, luego de su muerte duermen hasta el día de la resurrección. En otras palabras, pasan a un estado de inactividad inconsciente, o un largo sueño en que no son conscientes de nada, hasta el día final donde recuperarán el conocimiento. Esta doctrina se conoce popularmente como "el sueño del alma".


En el pasaje de 1 Tesalonicenses 4:13-18 existe una referencia a "los que durmieron". Jesucristo mismo usó el término “duerme” en el caso de su amigo Lázaro y la niña que fueron resucitados por él.


Puntos a considerar:


a. La palabra "dormir" se usa metafóricamente para describir la apariencia y la postura del cuerpo de los que mueren.


b. La palabra era usada por los griegos, egipcios, etc., para describir a los muertos.


c. Teniendo en cuenta que las culturas circundantes creían indisputablemente en el más allá consciente, no se puede usar la palabra para afirmar que el alma duerme.


d. Si Pablo hubiera querido expresar que los muertos duermen literalmente, entonces el principio de revelación progresiva desaparece como norma hermenéutica, porque estaríamos frente a una contradicción. En este principio, la nueva información nunca contradice a la anterior, de la misma forma que una madre no se contradice cuando luego de permitir que su bebé coma con las manos por un tiempo, decide enseñarle a usar una cuchara.


e. A decir verdad, el pasaje en realidad apoya la continuación de una existencia consciente luego de la muerte física. Pablo dice que Jesús "traerá" con él las almas de los que murieron. En nuestro sistema escatológico el pasaje describe el momento en que Cristo arrebata para sí a los que están vivos y las almas de los cristianos ya fallecidos se reunen con sus cuerpos glorificados - o sea la promesa de la redención del cuerpo toma lugar.


f. Es cierto que algunos protestantes como Wycliffe y Tyndale enseñaron la doctrina del sueño del alma. Hasta Lutero barajó la idea al comienzo de la Reforma, aunque luego cambió de parecer. Creo que lo hicieron como una forma de refutar rápidamente y sin pensar mucho, la doctrina del purgatorio y las misas por los muertos.


Finalmente, digamos que la Escritura no enseña la doctrina del sueño del alma. El apóstol Pablo es bien claro cuando expresa:


"Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor."
(2 Co. 5:6-8)

¿Qué significa esto? Sólo puede haber una respuesta: La muerte es una transición inmediata entre estar en el cuerpo y estar en casa con el Señor. En el momento que el cristiano muere, ella o él inmediatamente está en la presencia del Señor. En el momento que el incrédulo muere, pasa a estar en tormento consciente en el Hades, una especie de antesala, hasta el juicio final. <>


2) Si usted no cree en el purgatorio, ¿qué explicación le da a Lucas 12: 58-59?


Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado aun la última blanca.
(Lucas 12:58-59)

Respuesta:


Estos versículos enseñan que es necesario arreglar cuentas con nuestro adversario (en este caso, Dios) antes de que sea muy tarde. El v. 59 pienso que no indica que eventualmente alguien puede salir del infierno, ya que ahí no hay forma de cómo pagar, es muy tarde.


La Escritura nunca habla de una segunda oportunidad para arrepentimiento luego de la muerte. Por el contrario, luego de la muerte viene el juicio (He. 9:27). El juicio final en la Escritura parece ser decisivo en todos sus aspectos, y yo en lo personal no veo ninguna sugerencia de que la decisión pueda ser vetada o revertida en edades futuras.


En Lucas 16 Jesús enseña claramente que no existía para el hombre rico la posibilidad de un escape de sus sufrimientos. Abraham le dice que "una gran sima está puesta entre nosotros (los justos) y vosotros (los injustos)", de manera que los que quisieren pasar de aquí a allá, o de acá a allí, no pueden (Lc. 16:26). Cristo, además, expresa que tanto para el hombre rico ya muerto como para sus hermanos aún vivos, la oportunidad de arrepentirse se limita o limitó al período de vida en la tierra nada más.


En verdad, el tema de la salvación a través de toda la Escritura, está limitado al tiempo en que el ser humano está físicamente vivo (He. 9:27; 3:15-4:11, etc.). La urgencia que los apóstoles pusieron en el tema de la salvación no puede ser ignorada (2 Co. 6:1,2). Esta urgencia está firmemente basada en la convicción de que una vez que la muerte ocurre no hay oportunidades posteriores para arrepentimiento y salvación. Esto es de una claridad cristalina en la Biblia.


El apóstol Pablo declara que para los incrédulos no existe ninguna esperanza después de la muerte (1 Tes. 4:13). Es por ello que podemos con certeza inamovible escribir en las tumbas de todos los no creyentes la frase "Sin esperanza".


Opinando desde el punto de vista de la Reforma, el arrepentimiento y la fe son el producto de la gracia de Dios y no el resultado de la voluntad del hombre. Por lo tanto no existe ninguna posibilidad de que los pecadores no regenerados se arrepientan y crean, una vez que están en el infierno.


Si Dios no les dio el don de arrepentimiento y fe en esta vida, los cuales son necesarios para venir a Cristo (Jn. 6:45, 65), ¿dónde se encuentra la Escritura que indique que Dios les podría otorgar esos dones en la próxima vida? <>


3)¿Puedo usar la historia del hombre rico y Lázaro en Lucas 16 para enseñar que el alma continúa viviendo después de la muerte?


Respuesta:


Yo sé que muy buenos comentaristas dicen que se trata de una historia real. Otros, como los adventistas y los testigos de Jehová, dicen que es una parábola y niegan que enseñe algo acerca del más allá. Las interpretaciones que dan estos últimos no tienen ni pies ni cabeza.


El problema básico es que ambas partes suponen que si la historia que narra Jesús es una parábola, entonces no tiene ningún sentido, y si no es una parábola, entonces debe ser una historia real.


Ambas posiciones fallan en reconocer que las enseñanzas de Cristo eran metodológicamente rabínicas y que las parábolas rabínicas por lo general se construyen en base a personajes históricos reales.


La literatura rabínica de antes, durante, y después de Cristo está repleta de parábolas con personajes reales donde la historia es imaginaria. Múltiples ejemplos se encuentran en el Midrash, donde Abraham dialoga con Nimrod. Todo el mundo sabía que esos diálogos eran ficticios pero en realidad enseñaban algo que era real.


En Lucas 16 no nos debe asombrar que Jesucristo usara una historia rabínica que no era "real" o "verdadera" en el sentido de ser literal. El hombre rico no tenía labios reales ni Abraham dedos reales, ni el agua ni el fuego eran literales.


Jesucristo usó las imágenes mentales para crear una parábola rabínica y enseñar que en el más allá los malos sufren conscientemente y los justos disfrutan. Es también claro que en el más allá los perdidos no hablan con los salvos. Jesús sólo empleó el método rabínico para mostrar que nadie se escapa del tormento, no hay segundas oportunidades, y debemos creer en las Escrituras durante esta vida para ser salvos.


Conclusión:


Su pregunta fue: ¿Puedo enseñar que el alma sigue consciente luego de la muerte física?


La historia de Lázaro y el rico no debe ser usada para mostrarle al adventista o el Testigo de Jehová que el alma continúa viva después de la muerte. Este es un debate innecesario porque Cristo no estaba enseñando la continuidad de la consciencia del alma luego de la muerte.


Es importante entender el concepto bíblico de "Revelación Progresiva". Los apóstoles sabían que su entendimiento sobre la vida después de la muerte no era completo durante su estadía con Cristo. Es luego de pentecostés y las revelaciones finales que ellos pudieron hablar de la muerte y el estado del alma con claridad. Una vez que vieron todo el cuadro, Pablo pudo decir "ausentes del cuerpo, presentes al Señor".


La doctrina adventista del sueño del alma es una forma de tantas de negar el principio de revelación progresiva. Se quedaron con el concepto del Antiguo Testamento. Ignoran que el
Antiguo Testamento debe ser interpretado a la luz del Nuevo Testamento. <>